Situado en una zona de vaguada natural el edificio se adapta al entorno, se hunde bajo unos pliegues que continúan la forma del terreno y que permiten el uso tanto en la cubierta como en el interior. El edificio se funde con el entorno y pasa casi inadvertido.
Un costillar de muros nos van dejando los recintos de la escuela entre los mismos. Estos muros se acentúan y nos proponen un conjunto de usos en su interior, que van desde aseos hasta salidas de emergencia, liberando la planta de estos usos secundarios.
El terreno se pliega entre la sucesión de muros y nos crean entradas de luz en los puntos que más nos interesan y forma patios interiores para dar servicio a los usos del recinto, este lugar crea el propio edificio y lo hace único e insustituible.